2 mar 2012

MONTXO ARMENDÁRIZ

Montxo Armendáriz es una de las figuras señeras emergidas en el cine vasco de los ochenta. Su familia se trasladó de Olleta a Pamplona en los años cincuenta y allí inició estudios de electrónica en el colegio de los Salesianos. Entre 1973 y 1979 alternó su afición al cine con su actividad profesional -la docencia en Salesianos y otros trabajos relacionados con la electrónica como la reparación de televisores- y con la lucha contra el franquismo que le llevó a militar en EMK (Movimiento Comunista de Euskadi) e, incluso, a pasar un mes en la cárcel. Para la carrera artística de Armendáriz fue fundamental el encuentro con la Asociación de Cineastas Vascos, formada en 1977, y en la que el director navarro descubrió la posibilidad real de dedicarse al cine además de contactar con personas como Fernando Larruquert o Javier Aguirresarobe que más tarde colaboraron con él en sus primeras películas. De hecho en 1979 se creó la cooperativa Txantreako lankideen, formada por unas cuarenta personas del barrio de la Txantrea de Iruña para sufragar el primer cortometraje de Armendáriz, Barregarriaren dantza (1979), obra de carácter simbólico, influida por el estructuralismo, que mostraba claramente aspectos que en esos momentos preocupaban al cineasta. Detalles como la defensa del euskera que hace uno de los personajes o la incorporación a la banda sonora del Gernikako arbola muestran la simpatía del realizador al ideario nacionalista vasco. Otro aspecto digno de ser reseñado es la denuncia de la manipulación humana, una constante a lo largo de toda su obra. En 1980 logró un puesto de profesor de electrónica en Errenteria. La convivencia allí con los estudiantes y la constatación de su falta de alternativas ante la sociedad calaron hondo en el ánimo del cineasta que utilizó esta experiencia en su obra posteriormente. Los premios obtenidos por Barregarriaren dantza -Mikeldi de Plata y Primer Premio del Cine Vasco en el Certamen Internacional de Cine Documental y Cortometraje de Bilbao (1979)- posibilitaron la producción de un segundo cortometraje que se tituló Ikusmena (1980). De nuevo la manipulación que sufre el ser humano, en este caso en la escuela, vuelve a ser protagonista de este trabajo, realizado a base de miradas, sin diálogos, dándole todo el poder a la imagen. El corto de nuevo se hizo con el Primer Premio del Cine Vasco en el Festival de Bilbao (1980).

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