La increíble visión de Tim Burton demuestra que no está acotada a historias tenebrosas, relatos
fantásticos o héroes del cómic. El gran pez es la excusa perfecta para contar una historia sumamente querible, entrañable y simple bajo el manto de su maravilloso mundo de personajes fascinantes y escenarios de locura.
El relato nos lleva a la universal relación de padre e hijo que se reencuentran luego de estar distanciados varios años. La enfermedad del padre (Albert Finney) hace que su hijo (Billy
Cudrup) regrese a su hogar para quizá pasar los últimos días juntos. Este encuentro sirve como excusa perfecta que tiene el hijo, ante un posible y fatal desenlace, de poder cicatrizar las heridas que lo llevó a no querer ver más a su progenitor.
Y es allí cuando nos enteramos el motivo de su enojo: todos los hechos de la vida de su padre le fueron transmitidos con detalles inverosímiles (un hombre gigante, cantantes siamesas y pueblos perdidos entre otros delirios).
Ahí nos adentraremos en flash backs donde Ewan McGregor personificará la etapa de la juventud del padre. Mientras que su hijo iniciará la búsqueda de la verdadera identidad del padre que es también la de su propia vida.
La suprema destreza visual de Tim Burton como siempre descollando en la dirección de arte se
apoya en un guión claro y de una narrativa placentera donde los tiempos y los sucesos se alternan en forma tan clara que la duración del film podría duplicarse sin perder efectividad ni interés alguno en cada relato que el padre hace de su vida.
Al abordar los personajes el increíble reparto es ubicado con exactitud y precisión llevando la historia por las aristas correctas. Veremos a Steve Buscemi como un poeta perdido, Jessica Lange como la amada esposa del padre, Danny De Vito como el dueño de un circo muy freak y Helena Bonham Carter en dos papeles muy importantes. Pero de todos quienes deja su huella es el genial Albert Finney como Ed Bloom; cada aparición de viejo bonachón nos transporta con su voz cálida y sus detalles increíbles a un placentero viaje por su vida.
El tiempo pasado es el refugio ideal para los buenos viejos tiempos. La búsqueda de la verdad detrás del gran pez es más que nada como uno quiere recordar su vida. La identidad de todas las cosas que no hacen quienes somos. ¿A veces uno no quiere seguir creyendo en Papá Noel?
No hay comentarios:
Publicar un comentario